Hoy día, la única constante es el cambio.

Seguramente otros hombres antes que él se dieron cuenta de la importancia que tiene el concepto de cambio en nuestras vidas, pero fue él, el filósofo presocrático Heráclito de Éfeso, quien lo dejó escrito para la posteridad en su libro «Sobre la naturaleza», 500 años antes de Cristo.

Todo en la naturaleza fluye de una manera continua, de forma que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río -sentenció Heráclito- porque el agua del río es distinta cada vez que nos bañamos y distintos somos nosotros, que fluimos también en armonía con la naturaleza.

Esta revelación fue compartida por todos los demás pensadores presocráticos y reflexionada más tarde en profundidad por otros filósofos tan relevantes como Platón o Aristóteles. Sin embargo, su relación con el mundo empresarial no se hizo evidente hasta que quince siglos después, en 1970, Alvin Toffler publicara su famoso libro «El shock del futuro«. En él, Toffler redescubría la revelación sobre el cambio y la formulaba de nuevo con una expresión más cercana a la mentalidad del siglo XX. «En el mundo en que vivimos la única constante es el cambio», escribió entonces.