El argumento esgrimido en contra de las inversiones en comunicación suele ser que los buenos productos se venden solos, que no necesitan publicidad. Debo reconocer que algunas veces es cierto. En 1972, cuando se lanzó al mercado la doble hoja de Gillette, tuve la oportunidad de comprobarlo. Yo fui el creativo de la campaña que la agencia McCann Erickson realizó en España para la presentación en el mercado de Gillette G2. «La primera afeita y la segunda apura» fue el eslogan que escribí para resumir el efecto que la doble hoja realizaba sobre el pelo de la barba.
El resultado en ventas fue espectacular. Los productos se agotaron en las tiendas y los distribuidores culparon a Gillette de la falta de previsión y amenazaron con boicotear el lanzamiento. Pero no fue un éxito exclusivo de la creatividad. En este caso la novedad revolucionaria del producto hizo realmente el milagro.