Sobredosis de información

sobredosis informacionMe desayuno con los papeles de Bárcenas y Pedro Jota, tomo un tentempié a media mañana con el juicio de José Bretón, almuerzo en la plaza Tahrir con los indignados egipcios, meriendo con Rosa Benito y su infiel Amador Mohedano, y ceno con Julian Assange de Wikileaks y con su amigo Snowden, el de los papeles de la Cía.

Entre medias, además, me veo bombardeado de cientos de emails, tuits a los que sigo y mensajes de todos mis amigos de Facebook, Pinterest, Google + y Linkedin.

La verdad es que no doy a basto para procesar toda la información que recibo al cabo de cada día. Y me temo que lo más esencial se me va quedando por el camino. Que no acabo de entender de verdad cada uno de los temas, porque no tengo tiempo de profundizar en cada uno de ellos.

Imagino que lo mismo que a mí le pasa a casi todo el mundo. Sin embargo, escucho a la gente hablar ex-cátedra de estos asuntos, emitiendo opiniones dogmáticas sobre ellos sin el mínimo pudor. Defendiendo a capa y espada sus posiciones, que se suelen basar en informaciones superficiales, oídas aquí y allá, cogidas con alfileres.

Se está conformando una nueva opinión pública que habla siempre de oído y eso me llena de temor. Se habla de acabar con los viejos sistemas y construir un orden nuevo que será mejor para todos. Pero yo estoy lleno de dudas, porque no me creo que los cimientos culturales sobre los que estamos construyendo el futuro de las nuevas generaciones sean los suficientemente sólidos.

Pienso que nos hace falta pensar más. Siento que debemos aprender a escuchar y a reflexionar a fondo, antes de emitir juicios categóricos. Y sobre todo, creo que debemos aprender a separar el grano de la paja, antes de tomar decisiones y acometer acciones que a veces son irreversibles.